La marca de una tradición familiar

En todas las familias hay pequeñas tradiciones. Rituales cotidianos con los que nuestros padres, queriendo o no, nos inculcan sus valores más personales.

En el caso de mi padre (el de mi madre vendrá en mayo); el agradecimiento
hacia aquel que comparte con los demás.

Valorar lo que el otro hace por ti, por sí mismo o por la sociedad, por pequeño que
sea, desencadena un efecto mariposa que pocas charlas TED consiguen.

¿Y cómo hizo mi padre del agradecimiento un ritual?

Al cumplir la mayoría de edad y antes de abandonar el nido, nos asignaba a mis
hermanas y a mí una cantidad de monedas con la única finalidad de ser asignadas. Para entregarlas como herencia en vida.

¿A quién? A aquellas personas que nos ayudasen en el camino. No solo para
agradecerles el poder que ha ejercido en nosotras la influencia de su valor, sino para que sea consciente de cuán útil es para sí mismo y potenciales otros.

Sin duda una manera muy especial de enseñar qué significa la herencia: no lo que se "deja" o recibe, sino lo que se transmite.

-

Un acto tan transformador no podía quedarse de puertas para adentro. Yo quería
hacer algo con ello. Transformarlo en algo útil, simbólico y social. Algo que invitara a mirar al otro por costumbre como quien mira a una hermana o a una capitana: con respeto, admiración y reconocimiento.

Como dice Rovira, Álex: “Esta es una mirada que deberíamos ensayar; reconocer la
grandeza de toda persona para disparar su potencial. Liberarnos de prejuicios con los cuales nos condenamos nosotros al condenar al otro, al privarnos y privar al mundo de la posibilidad de conocer a alguien muy interesante o que al menos pasará por esta tierra sin perjudicar a nadie.”

Así pretendo que Heritana no se quede en marca, sino que encarne el verbo:

Heritar (verbo transitivo y pronominal)

Acto de elevar y reconocer un mérito cotidiano mediante un gesto simbólico y sin
autoridad, con el fin de transformar la gratitud en amplificador de aquellas virtudes que impactan de manera positiva en el entorno del homenajeado.

-

La tradición que empezó en la intimidad de casa ahora no solo constituye mi legado, sino también el de quien quiera adoptarlo.

Pues ahora ya no tengo 12 monedas, porque con Heritana habré dejado todas en vuestras manos.